Da un giro positivo a tus hábitos y vive con más energía

La nutrición en Caldas me llamó la atención en un momento de mi vida en el que noté que mis costumbres alimenticias iban a la deriva. Ya sabes, esos días en los que comes cualquier cosa rápida y apenas prestas atención a lo que realmente necesita tu cuerpo. Me había habituado a funcionar en modo automático: un café a toda prisa por la mañana, un bocadillo a mediodía y, de vez en cuando, una cena improvisada que tampoco me dejaba satisfecho. Con ese caos, no es raro terminar sintiendo cansancio o hinchazón sin saber exactamente por qué.

Decidí que era hora de poner orden en mi alimentación y en mi rutina general. Fue así como descubrí la importancia de contar con expertos que te guíen a diseñar un plan alimenticio acorde a tu perfil y a tus objetivos personales. A veces basta con pequeños ajustes para notar un cambio radical. Por ejemplo, disminuir la ingesta de ultraprocesados y apostar por ingredientes más frescos y nutritivos puede parecer obvio, pero no lo hacemos hasta que alguien nos lo explica y nos motiva a probarlo.

La idea no pasa por convertir la cocina en una cárcel llena de restricciones, sino de entender de qué va eso de alimentarse bien. Sentí un gran alivio cuando me dijeron que no tenía que renunciar a mis comidas favoritas, sino moderar ciertas porciones y equilibrar la dieta con verduras, frutas y proteínas de calidad. Me sorprendió lo mucho que mi cuerpo respondió ante la incorporación de alimentos más variados: tuve más energía para mis actividades diarias, y hasta mi humor mejoró. Esa sensación de ligereza al despertarme sin pesadez en el estómago no tiene precio.

También me recomendaron incluir actividad física de manera constante, pero nada de machacarme en el gimnasio si no es lo que me gusta. El plan consiste en hallar lo que te hace sentir bien. Para unos será salir a caminar por las mañanas, para otros quizá hacer yoga, correr o bailar. Lo esencial es mantener el cuerpo en movimiento y que esto se convierta en una costumbre placentera, no en una tortura. Antes, yo me excusaba en la falta de tiempo, pero descubrí que es cuestión de organizar el día para hallar ese rato que te llenará de vitalidad.

Con el paso de los días, empecé a ser más consciente de mis rutinas. Dormir las horas necesarias, hidratarme de forma adecuada y dedicar un momento a relajar la mente también influyen en la calidad de vida. Por ejemplo, noté que, si me saltaba la cena o la hacía muy tarde, dormía peor y me levantaba con la sensación de no haber descansado. Ajustar mis horarios para comer de manera regular fue un cambio más que agradeció mi organismo. Incluso mi piel lucía menos apagada y mi digestión se reguló.

Otra parte interesante es la motivación que uno gana cuando ve resultados. No hablo solo de la báscula (que también puede ser un indicador), sino de esa energía extra para afrontar la jornada sin recurrir a cinco tazas de café. Sentir que rindes mejor en el trabajo o que no llegas a casa arrastrándote significa mucho. Además, descubrir recetas sencillas y sabrosas cambió mi percepción de la cocina: dejó de ser un lugar donde calentar cualquier cosa y pasó a ser un espacio de creatividad y disfrute.

Cuando le conté a mis amigos que había decidido tomar las riendas de mi alimentación, algunos me miraron como si me hubiese apuntado a un concurso de excentricidades. Sin embargo, con el tiempo, varios se fueron sumando a mis nuevos hábitos y notaron mejoras en su día a día. Por supuesto, cada persona tiene su ritmo y sus necesidades específicas, y hay que respetar que no todos respondemos igual a ciertos planes. Es vital escuchar a profesionales y mantener una comunicación honesta sobre lo que funciona y lo que no, para ir ajustando lo necesario.

La recompensa llegó en forma de un bienestar que antes solo creía posible con suplementos o remedios milagrosos de turno. Descubrí que, a veces, la clave está en lo cotidiano: comer con serenidad, disfrutar cada bocado y elegir alimentos que nutran no solo el estómago, sino también el espíritu. Tal vez no me convierta en chef de alta cocina, pero apreciar la importancia de la nutrición y los cuidados integrales es un paso enorme hacia una vida más plena. Hoy me entusiasma buscar más recetas, probar frutas exóticas o introducir cereales que nunca pensé cocinar. Abrí mi mente y mi paladar, y eso se traduce en sentirme más vital, con ganas de encarar proyectos y de saborear cada momento.