El cine se ha erigido como una de las principales industrias culturales a lo largo de la historia. Su doble condición de arte e industria, sumada a la enorme diversidad de colaboraciones humanas y técnicas que requiere, consolidan el cine como una de los sectores de mayor evolución y crecimiento en la sociedad contemporánea. Al mismo tiempo, el desafío digital ha abierto todo un mundo de posibilidades a los creadores cinematográficos en relación a la producción y postproducción. La escuela universitaria TAI, en coherencia con su principal objetivo de transformar el mundo de las artes, ha permanecido atenta a todos estos cambios para ofrecer a los futuros cineastas un espacio multidisciplinar y dinámico donde aprender y practicar la profesión.
Hablamos de Estudiar para director de cine en una diplomatura que ofrece a los alumnos una inmersión completa en la industria audiovisual mediante el contacto directo con las diversas disciplinas fílmicas y la práctica real de los oficios que integran el cine: desde la puesta en escena y la dirección de actores, pasando por el guión, la iluminación o la fotografía, hasta llegar al montaje y la posproducción.
Los estudios de cine en nuestro país se han convertido en un campo efervescente de enorme dinamismo, creciendo cuantitativa y cualitativamente. El siglo XXI ha sido el escenario de la profesionalización de la disciplina en sus diferentes áreas. La formación en cine se ha ido consolidando progresivamente, al mismo tiempo que se han producido cambios sustantivos en la propia producción fílmica nacional e internacional.
El aumento de las producciones cinematográficas y los avances tecnológicos han propiciado una diversificación de funciones y la creación de múltiples oficios. Por ello, la formación en TAI sigue dos orientaciones principales: por un lado, ofrecer al alumno una visión integral del conjunto de actividades que conlleva la creación cinematográfica, y, por otro lado, crear las condiciones que le permitan profundizar en alguna de estas actividades mediante la especialización. Esto se materializa en la posibilidad de cursar un máster con un alto nivel de cualificación al finalizar la diplomatura.
Desde sus inicios, la cinematografía ha estado en constante estado de innovación tecnológica y de diversificación narrativa y estética. Esta transformación permanente implica que el cineasta necesite ser un profesional en formación continua, consciente del incremento de los conocimientos sobre la disciplina y de los variados recursos técnicos y artísticos de los que dispone para desarrollar su carrera.