La familia del rombo

Podría parecer que a mi familia le patrocina Renault o algo parecido. Casi todos los coches que recuerdo fueron de la firma francesa. De hecho, cuando yo era niño llegué a pensar que los únicos coches a la venta eran los del rombo.

Uno de los primeros que recuerdo es el Renault 7 verde botella de mis tíos. Fue la época en la que no se complicaban mucho para nombrar los vehículos. Entre los 60 y finales de los 80, los Renault iban aumentando en número, como los móviles hoy en día. Suponemos que dentro de un par de décadas ya no tendremos el iPhone 35, si no que Apple empezará a renombrar sus aparatos: un iPhone Megane, por ejemplo…

Mis tíos eran bastante jóvenes por aquella época y no tenían mucho dinero para comprar coche así que buscaron Renault segunda mano baratos. El 7 de color verde botella fue todo un clásico en la zona. Se vendieron bastante bien y era común verlos por la calle. Tengo un recuerdo de ir en la parte de atrás de aquel coche, los primos apretujados (nada de sillas de seguridad para niños, por supuesto). Y así nos desplazábamos.

Por supuesto, varios miembros de mi familia tuvieron el mítico Renault 5. Uno de mis primos más mayores tiró la casa por la ventana y se hizo con el Supercinco, una especie de modernización del clásico 5. Lo tuneó un poco y se convirtió en el chaval más feliz de su barrio.

Mi padre también tuvo que acudir a Renault segunda mano baratos para comprar su segundo coche. El primero también fue de la firma francesa, pero sinceramente no recuerdo exactamente cuál fue, yo todavía no había nacido… El primer Renault al que monté con mis padres fue el 18. Y es que mi padre ya empezaba a mostrar una debilidad por los coches grandes.

Más adelante compró un Renault 21 Nevada, el familiar del exitoso 21: era de color granate y ya llevaba algunos avances tecnológicos que nos alucinaban, como la pantalla digital que te informaba de la temperatura y cosas así.  Y, por supuesto, mi primer coche fue uno del rombo: un Clío. ¡No iba a traicionar a la familia!