Mantén tus árboles sanos y zonas verdes impecables

La empresa de poda de árboles en Ourense que conocí hace un tiempo me dejó asombrado con la destreza de sus operarios, encaramados a las copas más altas con una calma que a mí me faltaría por completo. Imaginaba el trabajo de podar árboles como algo sencillo: un par de cortes por aquí, otro por allá y listo. Sin embargo, cuando vi a los profesionales en acción, entendí lo complejo que resulta determinar dónde, cuándo y cómo hacer esos cortes sin dañar la estructura del árbol.  

Me divertí comprobando que también hay cierto arte en todo este proceso. No se trata solo de prevenir que una rama caiga en la cabeza de algún despistado, sino de hacerlo con buen gusto para mantener la forma natural del árbol. Un amigo me comentó que, en su comunidad de vecinos, contrataron a alguien que terminó dejando los pinos como un cuadro de Picasso mal interpretado, con cortes demasiado bruscos que arruinaron la estética del jardín. Por eso aprendí a valorar el trabajo de una empresa de poda de árboles en Ourense que sepa lo que hace.  

Los expertos explican que la poda adecuada ayuda a que el árbol crezca con más fuerza y vitalidad. Algunas ramas están tan entrelazadas que no dejan pasar la luz, y esto perjudica a la planta entera. Otras están secas o enfermas y conviene retirarlas para evitar que los hongos o las plagas se propaguen a todo el tronco. Incluso la seguridad influye, ya que, con el viento gallego que sopla algunos días, no es raro ver una rama caer sobre una acera o sobre un coche mal aparcado.  

Me gusta la idea de que, más allá de lo puramente técnico, hay un cariño por la naturaleza en esta actividad. Si uno cuida de los árboles, no solo obtiene sombra y un aspecto más agradable en su jardín, sino que también favorece la biodiversidad, ya que las aves encuentran lugares para anidar y se mantiene el equilibrio en el entorno. De hecho, he visto proyectos en zonas urbanas donde la poda selectiva contribuye a crear corredores verdes, dándole un respiro a la gente que vive rodeada de asfalto.  

El equipo de podadores que visité me contó que a menudo trabajan en condiciones que exigen material de escalada y buena forma física. No es que suban a un manzano con una escalera de mano y tijeras de cocina, sino que se atan con arneses y usan motosierras o sierras de pértiga para llegar a lo más alto sin poner en riesgo su integridad (ni la del árbol). Quien piense que puede hacerlo por su cuenta sin conocimientos previos corre el riesgo de sufrir algún percance, además de estropear la configuración de la copa.  

A veces, la poda es necesaria en ciertos periodos del año para no alterar la floración o el frutado del árbol. Antes pensaba que se podía recortar un poco cuando fuera, pero parece que dependiendo de la especie y la época, conviene esperar a que el árbol esté en un momento de menor actividad para no causarle un estrés excesivo.  

Lo que más me sorprendió fue la precisión con la que cortan en el punto exacto para que la cicatrización sea eficiente. Un mal corte puede provocar que entren bacterias y, al poco tiempo, la madera se pudra. Esto no solo debilita el árbol, sino que puede obligar a un talado forzoso si la enfermedad se extiende. Por eso, la experiencia de un buen podador resulta tan valiosa: cada rama, cada brote, recibe la atención que se merece.  

Me di cuenta de que, al final, contratar a gente especializada te ahorra preocupaciones y te garantiza un resultado estético y duradero. Eso vale tanto para zonas verdes públicas como para jardines particulares. Nadie quiere encontrarse con un tronco astillado o con un árbol que quedó tan rapado que parece un palo con hojas. Mejor contar con gente que aprecie el valor de la naturaleza y que entienda cómo modelar con respeto y profesionalidad.