Los elementos naturales son muy apreciados en paisajismo. En concreto, la piedra natural goza de especial popularidad por su armonía de formas y colores y su fácil integración en jardines, patios y otros ambientes al aire libre. En el catálogo piedras decorativa destacan la rocalla, la marmolina o el bolo.
Este último se distingue por la apariencia redondeada y natural de sus rocas, comúnmente de mármol. Posee un tamaño variable que no resulta difícil de adaptar a cualquier entorno, motivo por el que recibe tan diversos usos: muros, fuentes, separadores, acuarios, etcétera. Se emplean en abundancia los bolos de mármol rodado, y no requieren mantenimiento, a diferencia de las cortezas y otros materiales, que deben sustituirse con el paso del tiempo.
La gravilla es otra solución interesante en la decoración de jardines. Se trata de piedra triturada, en general menuda, de acabado anguloso y color más o menos heterogéneo en función de su origen. Uno de los subtipos más usados es la marmolina, obtenida a partir de la reutilización de los residuos de mármol que se acumulan en las canteras. Posee un blancor intenso y uniforme que, sumado a su carácter eco-friendly, justifican su éxito en el mundo de la decoración.
En diseño paisajístico se emplea también la rocalla, que el DRAE define como «conjunto de piedras pequeñas desprendidas de las rocas por la acción del tiempo o del agua, o que han saltado al labrar las piedras». Sus oquedades, que recuerdan al queso gruyer, son el resultado de la erosión hídrica y le otorgan una característica inconfundible. A ellas se recurren al ornamentar cascadas, líneas divisorias o zonas arboladas.
La piedra triturada comprende un amplio abanico de rocas provenientes de la descomposición de grandes bloques de piedra. Por su parte, los gaviones son estructuras propias del sector de la construcción civil, pese a lo cual han ganado enteros entre los paisajistas y arquitectos de jardines.