En cuestión de marcas yogures españa parece tener un récord. Al menos eso nos parece a juzgar por la cantidad de productos diferentes que podemos encontrar en los supermercados y que, en algunas ocasiones, varían incluso dependiendo de la Comunidad Autónoma.
Con tanto donde elegir, ¿cómo sabemos cuál es la mejor marca? Algunas tratan de tocarnos la fibra sensible haciendo alusión a recuerdos de la infancia, otras nos hablan de componentes con nombres de trabalenguas que tendrán un gran efecto en la salud y, por último, están las que intentan convencernos con un precio sin rivales.
Pero en lo que hay que fijarse al comprar un yogur para saber si es bueno o malo es en lo que la etiqueta nos cuenta. Y lo principal es que el yogur tenga leche, fermentos lácticos y, prácticamente, nada más. Algunas variedades contienen leche en polvo porque este producto les da mayor cremosidad y hace que el yogur resulte más apetecible al paladar.
Podremos ver que muchas marcas cumplen este requisito, con lo cual solo nos queda ir probando cada una de ellas, turno a turno, hasta encontrar la que para nuestro gusto tenga un mejor gusto, tenga el grado justo de suavidad, el punto de ácido que nos encanta y el precio justo para su calidad. Normalmente, estos factores van a depender en gran medida de la calidad de la leche que se utiliza en su fabricación.
¿Quiere esto decir que los yogures que llevan frutas, aromas, edulcorantes o azúcares no son sanos? En principio, son yogures igual de buenos que los otros, pero evidentemente, lo que llevan a mayores repercutirá en sus valores y tendrá que ser tenido en cuenta si se está a dieta, si no se quieren consumir productos de procedencia química como los edulcorantes o sí se sufre algún problema con la fructosa de la fruta.
Tenemos, por otro lado, un tipo de productos que suelen confundirse con los yogures y que no tienen nada que ver con estos, son los llamados postres lácteos de algunas marcas, con igual presentación que un yogur pero que no llevan este nombre ya que no lo tienen permitido por ley. Estos postres lácteos, debido a sus procesos de fabricación, no mantienen las bacterias vivas que tiene el yogur y, por tanto, no conservan sus propiedades probióticas, lo que los convierten en productos que pueden ser o no saludables según su composición, pero no son yogures.