Desde siempre, disfrutar del agua ha sido algo nos ha gustado y que hemos aprovechado en diferentes formas. Tomar las aguas medicinales era algo muy típico de nuestros bisabuelos que, como un signo de distinción y de poder adquisitivo, se desplazaban una vez al año a maravillosos balnearios a disfrutar de las bondades de sus aguas. Cuando alguien enfermaba, era común mandarlo a un balneario a realizar tratamientos, sobre todo si se trataba de problemas digestivos, de huesos o del sistema nervioso.
Los balnearios, actualmente, continúan estando de moda. Pero disfrutar del agua por placer también. No es necesario tener un problema de salud para hacerlo. Hace ya más de un siglo que ir a la playa y bañarse es costumbre. Al principio, fueron precisamente los balnearios a pie de playa los que comenzaron a instaurar esta costumbre y pronto todo el mundo comenzó a imitarlo. Hoy, ir a la playa es algo tan común en nuestro país que muchas familias no entienden el verano sin este ritual.
Pero no se trata solo de ir a la playa, también se puede disfrutar del agua durante el invierno o en un ambiente más cálido. Incluso con ciertos toques de relax y de salud. Y es así como en las últimas décadas se han puesto de moda los spas. Estos lugares tienen ciertas propiedades terapéuticas pero son, sobre todo, lugares para disfrutar y relajarse con los beneficios de los chorros del agua y dándose algún tratamiento o masaje.
Mucha gente adora los spas y no dudan en ir a diferentes ciudades o lugares de España para disfrutar de los más famosos, de los que tienen mejores instalaciones o de los que ofrecen tratamientos estéticos más avanzados. Por eso, regalar pases para spas se ha convertido en una opción cada vez más usada. Una Tarjeta regalo spa Pais Vasco, por ejemplo, puede ser un excelente regalo para disfrutar de un spa en esta zona tan bonita de la península.
Y si la tarjeta regalo de spa incluye también estancia en el hotel o alguna comida, el regalo será todavía más completo, sobre todo para quienes no son de la zona y tienen que desplazarse para poder disfrutar del spa, convirtiendo así la experiencia en una bonita escapada que rompe con la monotonía y ayuda a cargar las pilas, especialmente cuando las vacaciones todavía están un poco lejos.