Yo lo tengo claro, para mí una casa debe ser ante todo funcional. Tanto los muebles, como los complementos deben cumplir una función. Desde luego que se puede combinar la estética con lo práctico, pero para mí sin lo segundo la estética es superflua. Tal vez influya en esta tendencia el hecho de haber nacido en una casa como la de mis padres. Los quiero mucho y cada uno tiene su casa como quiere, pero siempre me agobió la cantidad de cosas que había por todas partes.
Todavía cuando voy a casa y me siento en el salón se me escapa una sonrisa. ¿Cómo es posible que quepan tantas cosas en un salón? En la mesa del comedor no pueden entrar más fotos y en la estantería, no caben más libros. Allá donde mires no encontrarás un hueco libre. Y es que mi madre tiene alergia a los espacios vacíos, no cabe duda.
Pero yo soy fan del minimalismo, de las cosas sencillas, sutiles y sobrias. Por eso tengo en el salón una cortina velcro porque me pareció la idea más práctica para esa parte de la casa. Las vi por primera vez en la casa de una amiga que también es fanática como yo de la arquitectura y el diseño funcional. Me llamó la atención que no tuviera los típicos pesados mecanismos que se colocan en las ventanas. Y es que a mí me gustan mucho los estores, los prefiero a las cortinas clásicas o los visillos. Pero no me gustan tanto los mecanismos complementarios que hay que instalar con los estores.
Por eso cuando vi la cortina velcro de mi amiga me pareció una solución ideal también para mi salón. Porque, aunque tenga claro que yo prefiero una casa funcional, es cierto que no siempre acierto con mis decisiones. Recuerdo que hace tiempo coloque unos estores blancos muy sencillos en la cocina. Me habían gustado cuando los vi en una tienda, pero luego me parecieron demasiado aburridos… ¡Hasta para mí! Por eso acabé optando por otros estores con unos tonos más animados. La sobriedad tiene un límite y tampoco pretendo vivir en un hospital, todo blanco e inmaculado.