¿Qué hacer si mi hijo rechina los dientes?

Muchos padres se preocupan cuando escuchan a su hijo rechinar los dientes durante la noche. A veces, el ruido se escucha de una habitación a otra y no es raro que despierten al pequeño pensando que puede estar inmerso en una pesadilla. Sin embargo, el niño se puede despertar perfectamente tranquilo y solo algo sorprendido de que sus padres estén preguntándole si está bien.

Al apretar la mandíbula y rechinar los dientes se le conoce como bruxismo y es un problema muy habitual que padecen miles de personas. Pero esto no quiere decir que no sea preciso tratarlo. Si el niño rechina los dientes, esto podría ser consecuencia del estrés acumulado. Pero no siempre tiene que ser así.

Averiguar si el niño puede estar sometido a presión o puede estar nervioso es importante, ya que si esto sucede habría que tratarlo, antes que nada. En algunos casos, una vez que desaparece ese estado de nerviosismo, el niño deja de chirriar los dientes por la noche.

Pero en muchos casos se desconocen las causas del bruxismo e incluso no desaparece conociéndolas y tratándolas. Pero el rechinar de dientes cada noche tiene consecuencias para los dientes del pequeño y también para su mandíbula. El esmalte dental se daña considerablemente por este roce continuado y la presión que se ejerce sobre la articulación de la mandíbula puede hacer que esta se dañe y aparezcan dolores de cabeza y de cara.

Acudir al dentista es fundamental cuando hay bruxismo para que el especialista pueda elaborar unas férulas de descarga. Esto es, unas fundas que pueden ser para la mandíbula superior o para la superior y la inferior y que protege a los dientes. Están elaboradas en siliconas pensadas para ser lo más cómodas posible. Así, no solo se evita el arañar el esmalte, también se alivia la presión que se ejerce en la mandíbula.

Durante la primera etapa, es normal que el niño se sienta un poco incómodo por la férula y no quiera utilizarla. Pero poco a poco se adaptará y, sobre todo, sentirá alivio respecto a la presión que tenía antes en su boca. Tal vez, sea necesario que los padres visiten por la noche al pequeño para comprobar que no se la ha quitado o se le ha caído. No hay que preocuparse porque pueda tragarla, ya que por su tamaño es prácticamente imposible que esto suceda.