El diagnóstico imposible

Llevo años con muchas molestias digestivas y, por más que lo intento, no encuentro una causa clara que las explique. Desde que tengo uso de razón siempre he padecido dolores de barriga, más o menos fuertes, o más o menos molestos. Es verdad que han pasado épocas, incluso casi un año en que parecía que los dolores desaparecían y me olvidaba por completo de ello, pero siempre terminaban por reaparecer.

Cuando era más joven trataba de dejarlo a un lado y seguir con mi vida, pero llegó un momento en que entendí que debía ponerme con ello de forma seria: tenía que acudir a algún especialista porque no podía pasarme la vida con esta dificultad. Hasta ahora nunca he sentido que mis dolores me impidiesen hacer ‘vida normal’, pero llegó el momento en que me empecé agobiar por si se trataba de una dolencia más grave.

Así que pasé por todas las fases análisis clínico. Acudí a un especialista en digestivo y me hizo varios análisis para descartar esas dolencias más graves. En un momento, tras un análisis, apareció la posibilidad de que tuviese celiaquía, pero tras otro análisis se descartó. Casi hasta me alegraba que por fin encontráramos la causa de mis dolencias, aunque supusiese tener una enfermedad y tener que tratarla. Pero no, tampoco era eso.

Al final, cambié de especialista porque el primero, que empezó muy entusiasmado, poco a poco, fue echando balones fuera, una vez que, parece ser, llegó a la conclusión de no iba a dar con ningún diagnóstico. O yo me cansé de él, que también es una posibilidad. Y así fue como inicié un periplo por diferentes especialistas y por todo tipo de fases análisis clínico sin que llegáramos a nada.

Nunca pensé que estaría en este punto: pero a estas alturas he desistido de buscar una causa concreta para mis problemas. Me han dicho tantas cosas, me han dado tantos consejos, que mi cabeza se ha puesto como un bombo. Y, al menos, quiero mantener ese órgano sano, ya que se ve que por ahí abajo tengo algo que no funciona…